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Yasar Kemal
El escritor turco Yasar Kemal. Foto: sunsearch.info.
 

28 de noviembre de 2011 | COLUMNA

Cuando Yasar Kemal cerró el bar de Tensta

Por:  Torgny Ullerstam

Confieso que estaba tan dormido como el resto. Pero la otra noche, estaba sentado en mi lugar de costumbre, en Tensta Krog (el bar de Tensta), tomando notas cuando Hassan, uno de los mozos turcos vino a mi mesa.

- Hola amigo, ¿qué escribes hoy?

- Solo unas notas de un viaje que hice.

- Pero amigo, no debes hacer eso.

- ¿Qué quieres decir?

- Cada vez que vienes, te sientas solo con el lápiz y el papel. No son muchos los que saben tu nombre, así que te decimos el Escritor. ¡Yasar Kemal está amenazado de cárcel en Turquía y aquí estás tú escribiendo sobre un maldito viaje! Los suecos son tan tontos ¿Te olvidaste acaso del arte de maldecir?

Se sentó y comenzó a razonar. Ni siquiera me preguntó si sabía quién era Yasar Kemal, o si había leído sus libros. Dio por sentado que Magre Mehmet me era tan conocido como Robin Hood.

Claro que he leído, y escritores como Yasar me habían hablado de la justicia humana y me habían hecho vislumbrar los antecedentes e historia de mis vecinos turcos. Permanecimos sentados y nos olvidamos del mundo alrededor de nosotros. Pero unos chilenos en la mesa de más allá nos despertaron.

- Oye, Hassan, ¡sirve y deja de hablar tonteras!

- Amigo, ¡hablamos de Yasar Kemal y él no es una tontera! Habla con los otros mozos.

- ¿Quién diablos es Yasar Kemal?

- Es nuestro Pablo Neruda y piensan encarcelarlo. Debemos hacer algo.

Un par de chilenos vinieron a sentarse con nosotros. Muy pocas veces hay oportunidad de conversaciones literarias en el bar, así que querían participar. El resto de los mozos comenzaron a circular por nuestra mesa para escuchar.

- Perkele, ¿no se puede tomar una cerveza en este lugar?

- Cálmate, ¡estamos hablando de cosas importantes! Si quieres una cerveza, sácala del mostrador. Estamos hablando de un gran autor que arriesga ser encarcelado.

- ¿Quién es tan grande como para que me no me atiendan?

- Yasar Kemal, ¡nuestro Väinnä Linna!

Hubo que poner una mesa más grande, pues un par de finlandeses se vinieron a sentar con nosotros. No pude dejar de contar como las historias de Yasar borraron mi miedo heredado por los turcos, los vendedores ambulantes y otros charlatanes. Kurdistán, Anatolia, Monte Ararat. Personas que luchan por la supervivencia, como tú y yo. Como el el novio kurdo de mi hermana, Kenan, me puso en las manos Dejen Quemar los Cardos. Como yo, crecido con Elvis, canciones y las malditas fugas de Bach que mi padre me enseñó a escuchar con la música jaz de los vecinos y finalmente encontré el encanto de los cuartos de tono de las escalas kurdas. Nunca fueron mías, pero llegaron a ser comprensibles.

Los suecos al otro extremo del local fueron muy considerados y se demoraron en quejarse. Los jornaleros y la esclavitud bancaria han criado una especie resistente. Pero finalmente vino el grito:

- ¿Qué diablos estás haciendo Hassan? ¡Queremos cerveza!

Hassan se levantó y fue lentamente hasta sus mesas:

- ¿Quienes son ustedes? ¿Qué tipo de gente es la que no ama a sus poetas? ¿Dónde está su orgullo? ¿No tienen corazón?

Sus preguntas eran en serio, pero el orgullo fácilmente habría podido resultar en imposición de manos, así que nos bebimos nuestros vasos. Domingo, de Chile, me acompañó en el camino a casa.

- Torgny, ¿quién es el Yasar de los suecos?

No se me ocurrió la respuesta hasta el día siguiente, pero entonces ya era tarde.

 

 

 
 
 
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